valdeprados: un valle seco y un caballo moreno

Valdeprados, no siempre se llamó Valdeprados. Sabemos que en 1446 se llamaba Valseca, y que 16 años después cambió radicalmente su nombre, pasando de un valle seco a un valle de prados. En relación con este cambio de nombre se encuentra la figura de Diego Arias Dávila, personaje importante de la corte de Enrique IV, a quien este concedió un amplio territorio al sur de la ciudad de Segovia, que incluía este municipio.

Dos edificaciones destacan en este pequeño municipio. La torre fortaleza, Bien de Interés Cultural, se relaciona con la concesión a Diego Arias Dávila, estimando su construcción hacia mediados del siglo XV. En relación con esa construcción existe la “leyenda del caballo moreno”, que cuenta cómo el rey concedió a su hombre de confianza, Arias Dávila, tanto territorio como pudiera abarcar con su mejor caballo al galope. Tras partir del arroyo Tejadilla en Segovia con un majestuoso corcel negro, este calló muerto donde hoy se levanta esta torre.

La torre de la iglesia de Santa Eulalia de Mérida se adosó a la nave principal en la segunda mitad del siglo XVI de la mano de un maestro cantero vecino de Otero de Herreros, Bartolomé de la Pedraja, de la escuela del famoso Rodrigo Gil de Hontañón. Pero existen documentos que mencionan una ermita muy anterior, que se arregló y amplió con la llegada de los Arias Dávila. A esta ermita debió accederse por el arco, hoy cegado, que se puede ver en el lado sur del actual edificio.

Torre Fortaleza de Valdeprados